Hoy, cuando apenas llevamos dos semanas del estado de alarma decretado por el Estado español, parece casi imposible hablar de otra cosa que no sea la invasión vírica. No hablaré más del origen de la epidemia o pandemia, ya que la información sigue sin ser clara al respecto, lo cual tal vez sea significativo. No es, tal vez, el momento idóneo para señalar que nuestra hoy depauperada sanidad pública, con seguridad, hace 15 o 20 años hubiera podido afrontar el problema de una forma más satisfactoria. Dejaré caer que, como síntoma inequívoco de la mezquindad y miserias de nuestro régimen político y económico, tal vez esta crisis sirva para en un futuro buscar salidas al horror neoliberal que padecemos. La sanidad no solo debe ser pública y universal, también gestionada por los propios trabajadores y profesionales, algo que se ha demostrado humano y eficaz, no por tecnócratas que priman el beneficio crematístico de inversores y promotores. No, no es ahora seguramente el momento más adecuado para insistir en esto, sino para arrimar el hombro para luchar contra el enémigo (casi) invisible. Sigue leyendo «De pandemias, guerras y revoluciones»
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Confinados y controlados
Cuando escribo esto, hace una semana desde que el gobierno de España decretara el llamado estado de alarma. Desde entonces, los acontecimientos se han precipitado y han logrado que, una gran mayoría al menos, estemos quietitos en casa. Como creo haber dicho en otras ocasiones, no soy un gran amante de las teorías de la conspiración, tal vez porque la realidad sencillamente observable me parece mucho más terrible. Sin embargo, es paradójico que en un mundo sobreinformado no sepamos mucho sobre lo que han calificado como una terrible pandemia. Un virus de origen ignoto está causando estragos, saturando una sanidad pública cada vez más depauperada, causando víctimas entre los más debiles y ocasionando una nueva crisis económica, que por supuesto pagarán los más humildes. Las medidas gubernamentales han convertido España, algo inédito desde el fin de la dictadura franquista, en un Estado totalitario. Para ello, lo más terrible, peor quzá que la fuerza explícita, han inoculado el miedo en la población, y como es sabido no hay virus más efectivo para tener a la gente controlada. Sigue leyendo «Confinados y controlados»
Virus mediáticos
De unas semanas a esta parte, los medios, bien acompañados por ese templo de la mistificación que son las redes sociales, han decidido que cierto virus, cuya mortandad se sitúa alrededor del 1%, constituía el problema más terrible del mundo mundial solo comparable a otras pandemias de siglos atrás. No es que hayamos creído demasiado a la Organización Mundial de la Salud, cuyo silencio ante los problemas más acuciantes para la humanidad resulta repugnante, por lo que no sé qué diablos tenemos que hacer ante sus alarmismos ante el llamado coronavirus. Terribles y lamentables los fallecimientos por este virus de nuevo cuño, pero atendamos a unos datos. Son cientos de miles los diagnósticos anuales de cáncer, problemas cardiacos y enfermedades degenerativas. Si viviéramos en una sociedad justa, o al menos aceptablemente justa y razonable, deberían dedicarse todos los esfuerzos a curar, o al menos paliar, todos estos males. No solo no es así, sino que nuestra gran OMS calla de modo repulsivo ante los elevados precios de los tratamientos, lo cual provoca la ruina de la sanidad pública en los países. Sigue leyendo «Virus mediáticos»